jueves, 23 de abril de 2020

Transrraulaica 2019 Día 3: De Bachimaña a Bujaruelo

15-Julio-2019

Y aquí estoy, en plena cuarentena del coronavirus y a días de que nazca mi primera hija escribiendo el diario del último día de monte del CARAH. A saber cuándo volveremos a la actividad y si será con Eze y Victoria.

Nos levantamos raudos, desayunamos y salimos del refugio con la amenaza de más lluvia, secuelas aún de las tormentas de la noche. La consigna durante la primera parte del día iba a ser simple: NO PERDER ALTURA.

El GR-11 (y con él sus marcas rojas y blancas) bajaban hasta el balneario de Panticosa y luego subían de nuevo, pero habíamos investigado y la amable guarda del refugio nos había confirmado la existencia de una senda marcada levemente con hitos que a media ladera nos comunicaría con el embalse de Brazato con apenas un tímido sube-y-baja.

El valle de Panticosa
Nada más salir del refugio nos dirigimos hacia el sur-sureste y allí apareció una senda marcada por piedras. No hay que preocuparse si por momentos baja, pero si el descenso se mantiene por espacio de 5' es mejor parar y replantearse donde va uno. Al principio el camino bordeaba un hueco en la montaña para posteriormente avanzar a media ladera siempre dejando a la vista al otro lado del valle el vertiginoso descenso hacia el balneario. Que alegría ver lo que nos habíamos ahorrado el día anterior. 

Al fondo se el camino que baja al balneario

Hablando de todo un poco por poco nos despistamos y tomamos por unos breves minutos una senda que descendía abruptamente. Afortunadamente nos dimos cuenta a tiempo y retomamos la senda correcta, llamada (pronto sabríamos el porqué) de la tubería.

Efectivamente tras cinco minutos más apareció una enorme tubería de conducción de aguas que conecta los embalses de las montañas entre sí y con el balneario. Son instalaciones antiguas, carcomidas por el óxido y maltratadas por los rigores atmosféricos de estas montañas, pero la verdad es que sorprende ver lo bien que aguantan. De vez en se pasa por una zona con fugas pero no creo que a nadie le importe demasiado. Así que siguiendo la tubería recorrimos de manera casi horizontal un buen trecho, atravesando incluso dos o tres túneles que horadaban la montaña.

Por fin tras unos cuarenta minutos de camino la senda conectaba con el GR11 que subía (igual que bajaba desde Bachimaña, es decir, casi a 90º) desde el balneario. Hicimos fotos a una descarada marmota y seguimos caminando hacia el embalse, ahora ya si subiendo un poco (ya tocaba, no se entienda como una queja). Recuerdo que nos pasó un trail-runner a toda pastilla, que cabrón, y no tenía pinta de haberse ahorrado la subida desde Panticosa.

Ibones altos de Brazato
Desde el embalse de Brazato una senda sube haciendo eses hasta otro nuevo collado que da acceso a los ibones del mismo nombre. Un sitio precioso, carente de toda vegetación por la altura a la que se encuentra (2500msnm) pero que sin duda compensa cualquier tipo de sufrimiento anterior. Nosotros paramos un breve momento y seguimos caminando en dirección este, hasta el puerto viejo de Brazato, donde haríamos el último cambio de valle, accediendo al de Bujaruelo.

El Vignemale, menudo mostrenco. 1200 metros de desnivel en apenas 2000 m.

El nuevo valle nos daba la bienvenida con los ibones de los Batanes y con una acojonante vista del Comachibosa (Vignemale) y sus 3299 msnm. No recuerdo una vista así, tan majestuosa en todo el pirineo. El Aneto se oculta muy bien, el Perdido no se ve tan claramente, únicamente el Posets y el Collarada se muestran de una manera similar desde el valle contrario. A pesar de los años pasados recuerdo nítidamente la imagen del Posets desde las granjas de Viadós y hace no tanto ver impresionado el Collarada desde la majada de Gabardito. Pero creo que la vista del Comachibosa desde los ibones de los Batanes no es igualada por ninguna otra.

Inmersos en una especie de hipnosis por el gran entorno, y también con un poco de prisa por llegar a San Nicolás de Bujaruelo, no lo vamos a negar, apretamos el paso y rápidamente conectamos con el Valle del Ara, a los pies del Vignemale. Este valle es mi favorito del Pirineo, así que no soy objetivo. Es de una belleza increíble y su longitud hace que su parte alta sea muy recóndita, aventurándose pocos montañeros hasta su final.

Ya en las cercanías de Ordesa
Y comenzamos el largo descenso del valle, eterno, a veces corriendo y a veces simplemente a buen paso. Las vacas, los corrales, las zonas de bosque bajo y ya al final las praderas alpinas y los remansos del río. Fueron 12 kilómetros que describo en pocas frases pese a lo que lo disfrutamos y el colofón es inmejorable, con la entrada al valle de Ordesa y el magnífico puente románico de San Nicolás de Bujaruelo.

Fin de ruta y enlace de todo el GR-11 desde Zuriza hasta Andorra: El puente de San Nicolás de Bujaruelo.
No hacía un calor tremendo, pero nos bañamos en el remanso bajo el puente y como fin de fiesta nos tomamos un chuletón en el restaurante del refugio. Bien lo merecía el haber enlazado todo el GR-11 (con variantes pero sin trampas) desde Zuriza hasta Andorra. Todo el pirineo central, ahí lo llevas.

El tramo hasta Torla lo hicimos en autostop con unos amables alemanes y de ahí a Jaca en la furgo de Mikel, que supongo desinfectaría después de llevar a 5 tíos asquerosos durante media hora. Yo me quedaría en Jaca, donde mis suegros y la pobre Eva aceptaron acogerme por enésima vez pero esta vez con un extra de sudor y suciedad. Nada que una ducha no arreglara.

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