miércoles, 22 de abril de 2020

Transrraulaica 2019 Día 2: De Formigal a Bachimaña

13- Julio - 2019

Me suena que el suculento desayuno que nos dieron en nuestro hotel no nos duró a ninguno mucho, de hecho creo que tiramos las bolsas de basura en el último cubo de basura de la urbanización. Y detrás de ese cubo, o de un jardín privado, que para el caso es lo mismo, apareció Puskas: el chucho. Un perrillo bien simpático que nos estaba escoltando hasta que dejáramos atrás la urbanización. O eso creíamos nosotros. El perrillo nos siguió durante casi 10 km y 1000 metros de desnivale y a día de hoy es probable que nuestro valiente Puskas siga acumulando tresmiles entre España y Francia, sobreviviendo como perro guía (de montañeros, no de ciegos) en los meses de invierno. 

Pero volvamos a la ruta, que me despisto. El primer tramo del día fue como el último del día anterior: una turra terrible. Al menos estábamos descansados, hacía fresquito y teníamos agua. Descendimos por la carretera hasta casi el pueblo de Sallent, con esa molesta sensación que te acompaña siempre que empiezas una jornada bajando provocada porque no puedes parar de pensar que todo lo que desciendas lo tendrás que recuperar cuando ya estés bastante más cansado.

La carretera giraba hacia el norte rodeando la pintoresca Peña Foratata, guiando nuestros pasos hacia el embalse de La Sarra. Por fin allí el asfalto dio paso al camino y se acabó la parte más engorrosa de la ruta. Nos echamos crema, ahuyentamos a los últimos mosquitos del amanecer y mandamos a nuestro sherpa Puskas en cabeza. Por momentos le perdíamos de vista pero siempre aparecía en lo alto de un promontorio, con su silueta recortada ante la luna aullando al cielo. Esto puede que me lo esté inventando, la memoria me juega malas pasadas a veces.

Preciosas vistas de buena mañana

Además de ser de tierra, el camino empezaba a subir y se empezaban a ver las primeras hayas, esplendorosas en este mes de Julio. Y sin casi darnos cuenta estábamos rodeados por un sombrío y majestuoso bosque pirenaico por el que era un auténtico lujo caminar. El día parecía sonreírnos y a pesar de tener por delante aún muchas horas caminábamos felices, siempre liderados por Puskas, que nos protegía de los malos espíritus del bosque.

Remontando el valle
Poco a poco fuimos ganando altura y el bosque se abría dejando paso a magníficas vistas: al sur la peña Foratata y la boca del valle de Sallent, al norte los picos de Arriel y al este una preciosa cascada y un escalón que nos separaba de la zona de Respomuso, primera parada del día. Para salvar aquel, la pendiente se inclinó pero bastante fuertes de fuerzas aún superamos sin mayor dificultad el desnivel para encontrarnos en el entorno del embalse de Respomuso y el circo de Piedrafita.

Ya con varios tresmiles a la vista (Gran Facha, Balaitous) descansamos en el refugio tomando algo y decidiendo la estrategia para comunicarle a nuestro amigo Puskas que no continuaría más con nosotros.

Ibón de Respomuso y entorno. La pirámide perfecta creo que es la Gran Facha
Agradecíamos mucho los servicios que nos había prestado pero nos considerábamos capaces de hacer nosotros el resto del día sin su ayuda. Aprovechamos un momento en el que estaba jugando con unos amigos y abandonamos el refugio a todo correr. Qué es de él a día de hoy nadie lo sabe, pero seguro que se buscó la vida por allí. Si me lees, Puskas, ole tus huevos de perro. Si me lees tú, dueñ@ de Puskas, nosotros no le secuestramos, fue él quien insistió en vivir una aventura.

Dejando atrás la historia del perro, recuerdo que en la zona de la cabecera del embalse nos liamos un poco. Las marcas no eran claras y casi llegamos al ibon de campo plano cuando teníamos que enfilar hacia el de Llena Cantal. Superado el despiste remontamos una pequeña subida que nos dejo en el ibon correcto donde Ignacio se dio el ya habitual baño y el resto descansamos tirados en la hierba.

Vista desde el ibón de Llena Cantal. Subimos por una diagonal de derecha a izquierda.
Nos quedaban 350 metros de desnivel hasta el collado de Tebarray, que con casi 2800 msnm es uno de los puntos más altos del GR11. Aún quedaban neveros a estas alturas y mirábamos un poco temerosos el cielo, ya que anunciaban tormentas para el final del día. Afortunadamente aún era pronto y de haberlas, nos pillarían más abajo, ya por Bachimaña.

Poco a poco y en grupos de a dos fuimos subiendo por un terreno suelto, incómodo, salpicado de neveros que aunque seguros, si entorpecían el ritmo. La altura y el desnivel acumulado (llevábamos ya 1200 metros positivos acumulados eses día) hicieron este tramo bastante duro pero cuando llegamos al escalón final, en donde una cadena te ayudaba a salvar los últimos metros, todo mereció la pena. Un paso bastante alpino culminaba el collado, y las vistas al otro lado supusieron un justo premio.

Trepadita final al collado de Tebarray
¿Es el ibon de Tebarray una de las mejores vistas del Pirineo aragonés? Al menos subiendo desde Respomuso puede que si. La gran altitud a la que se encuentra y el entorno casi lunar, sin árboles y con las moles pálidas de los Infiernos detrás te transportan a otros macizos, en el que los bosques de hayas y las praderas alpinas quedan lejanos. Bordeándo el ibón a casi 2800 metros de altura pasamos del valle de Sallent al de Panticosa. Quizás debimos habernos animado a subir al pico de Tebarray, pero siempre hay que dejar retos para las siguientes visitas.

Ibon de Tebarray y los Infiernos
En el collado opuesto al de Tebarray soplaba un fuerte viento, presagio de tiempo cambiante y de futuras tormentas. Animados porque desde ese punto hasta el final solo habríamos de bajar, cogimos un buen ritmo y pactamos no parar a comer hasta perder más altura.

Escoltados por el Garmo Blanco y las Marmoleras descendimos a buena velocidad por el barranco de Piedrafita y sólo al llegar a los 2300 metros en el entorno del ibon azul superior paramos y comimos unos buenos bocadillos. El siguiente tramo fue un poco monótono y lo recorrimos a paso ligero. Se bordea el ibon de Bachimaña que parece no acabarse nunca y en la cabecera del embalse aparece el refugio del mismo nombre. Pero nosotros no habíamos conseguido reserva aqui sino más abajo, en el refugio anexo al balneario de Panticosa, lo que suponía 600 metros de bajada ese día y otro 600 metros de subida a la mañana siguiente. Mal negocio.

El muy azul ibón azul
Con todo el grupo reunido de nuevo antes de la última bajada, Tone aka Coleman se acercó al refugio a cargar agua. Tras 5' le vimos volver sin botellas ni cantimploras y un pequeño hilo de esperanza surgió en nuestras cabezas. Tone nos confirmó la buena noticia. Se les habían caido unas reservas y tenían plaza y al ser los mismos dueños que los del refugio de abajo no tendríamos que pagar nada extra por la cancelación. Nos acabábamos de ahorrar 1200 metros totales de desnivel que ibamos a agradecer mucho.

Echamos la tarde leyendo, descansando y viendo caer una pequeña tormenta, que siempre es un placer si estás a cubierto.

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