3 de Agosto: Día playero y puesta de sol en lo alto de la colina
Con lo que teníamos 2 días más en un islote paradisiaco tirados en la playa pero sin fiesta. A descansar se ha dicho.
La luz entró a través de la ventana abierta y me desperté antes de lo acordado. Con el ciborg aún sobando, me puse el bañador, cogí mi libro y salí a la terraza, donde el amable personal del hotel me sirvió unas tortitas de plátano muy ricas y un café de Lombok. Me puse a leer y enseguida llegó el resto de la expedición, que se puso a dar cuenta de su desayuno. Tras un rato más de asueto, cogimos las bicis y nos fuimos a dar una vuelta a la isla. Sin embargo, imprimí un ritmo demasiado alto e hice que el grupo se dividiera en 3 más pequeños. Yo me quede solo y decidí atravesar la isla hasta el lado opuesto donde habíamos visto la puesta de sol el día anterior Nova y yo. Lucas, Dueño y Villa dieron la vuelta a la mitad de la isla por el Sur y Nova siguió la misma ruta pero un poco más retrasado, ya que había vuelto al hotel a buscar al grupo de 3. Finalmente nos juntamos todos en el punto opuesto de la isla, desde donde emprendimos la semivuelta por la cara sur para buscar alguna playa desierta en la que aposentar el culo.
Playa en Gili |
El viento nos hizo decidir volver a la playa del día anterior, mucho más domesticada que la que estábamos y por ello más cómoda. Por este lado de la isla también hay resorts muy chulos y vimos un sitio desde donde la puesta de sol debía ser espectacular. Así pues, volvimos a la playa del día anterior previo paso por una tienda de alimentación donde compramos unas cervecitas y unas coca colas. Y ahí anduvimos haciendo el gañan, básicamente tomando el sol y bañándonos. Alquilé unas gafas y un tubo para bucear y muy cerca de la orilla se empezaban a ver muchos peces de colores entre el coral. Peces loro, araña, de colores verde, azul, amarillo, morado, azules muy pequeños, una verdadera maravilla bajo el agua de la que no te cansabas en ningún momento. Lucas se sintió interesado y cogió las gafas y el tubo un rato, quedándose también muy contento de lo visto. El resto prefirió esperar al día siguiente, cuando habíamos decidido contratar un viaje para hacer snorkel alrededor de las tres islas.
El tiempo pasaba y nos fuimos a comer en el mismo sitio del día anterior y repetimos básicamente la misma comida ya que las hamburguesas estaban muy ricas y no era especialmente caro para las Gili (que advertimos que son más caras que Lombok y que Bali dado que todo llega desde estas dos islas principales). Con el estómago lleno, volvimos al hotel para acomodarnos en las tumbonas de la piscina leyendo y durmiendo (en especial Villamor que no consiguió llegar a leer ni una página de su apasionante libro somnífero).
El tiempo pasaba y nos fuimos a comer en el mismo sitio del día anterior y repetimos básicamente la misma comida ya que las hamburguesas estaban muy ricas y no era especialmente caro para las Gili (que advertimos que son más caras que Lombok y que Bali dado que todo llega desde estas dos islas principales). Con el estómago lleno, volvimos al hotel para acomodarnos en las tumbonas de la piscina leyendo y durmiendo (en especial Villamor que no consiguió llegar a leer ni una página de su apasionante libro somnífero).
Con las bicis de camino a la puesta de sol |
El Gunung Rinjani, majestuoso por encima de las nubes |
Al final de la subida se juntó un grupo de gente para apreciar la puesta de sol (incluso alguno había logrado subir con la bici no sabemos aún por donde), que en efecto fue magnífica. Al final de su trayectoria, el sol se ponía sobre la isla de Bali, dejando una estampa preciosa.
La puesta de sol desde la colina |
La noche se cierne sobre Gili Trawagan |
Y nada, vuelta a la rutina de salir a tomar algo sabiendo que a las 23:00 todo se acabaría. Teníamos ganas de pizza, y encontramos un restaurante italiano con una camarera- dueña que chapurreaba español y que estaba de buen ver donde tomamos unas pizzas riquísimas y un mousse de chocolate que nos hizo olvidar por un momento las maravillas del nasi goreng del que estábamos ya bastante hartos. Fuimos otra vez hacia el irlandés, en el que había menos gente y nos tomamos unos mojitos y unas cervezas. Nova y yo echamos unos futbolines con unos locales. Palmamos, pero es que allí juegan con guarra y con empalme, y nosotros estamos federados por la asociación española de futbolín y sólo sabemos jugar con las reglas oficiales, así que es normal. Tras el fin de la música, el goteo de gente hacia los hoteles nos mostró el camino y desfilamos asumiendo la realidad hasta el Pesona Resort.
Ramadan, no party; no Ramadan, party.
ResponderEliminarDesde entonces, esta frase se repite continuamente en mi cabeza...