martes, 29 de octubre de 2013

Viaje a Japón. Dia 7: El parque de Nara


La conciencia nos remordía a los tres desde dos días antes, y es que el templo que nos habíamos dejado por ver, el Sanjusangendo aparecía en multitud de guías, blogs y libros como uno de los imprescindibles de Kyoto, una sorpresa espectacular de la que no queríamos prescindir.

Aprovechando que Nara está bastante cerca de Kyoto y se tarda una hora escasa en llegar, nos propusimos llegar al templo nada más abriese, verlo y coger el tren de las 08:40 desde la estación central. Y nos salió bien. Fuimos los primeros junto con un par de colegios en comprar la entrada al templo (reflexión al margen: ¿en realidad van los niños japoneses al colegio? ¿hacen algo más que ir de excursion todo el puto año? ¿de verdad es un país envejecido?) y accedimos al impresionante interior.

Exterior del templo de Sanjusangen-do (la foto es de internet)
El templo de Sanjusangen-do pertenece a la escuela budista de Tendaishu y data del siglo XII. En el interior de una estructura de madera sostenido por columnas se encuentra la estatua principal de la deidad del templo, la diosa Kannon de los 1000 brazos. Escoltándola en un perfecto orden de filas y columnas se hallan otras 1000 estatuas de la misma deidad, mientras que en primera fila, mostrando una advertencia bien patente en sus caras y poses agresivas 28 esculturas de dioses guardianes se enfrentan al visitante.

La imagen de las mil y pico estatuas colocadas en formación es impresionante y hace que merezca la pena la visita aún sin poder hacer las fotos que sin duda merece el templo, ya que está prohibido. Fuera de la sala de las estatuas poco más hay que ver, pero repito que bien merece la pena pagar la entrada para disfrutar de uno de los monumentos más impresionantes de Kyoto.

Interior del templo con las 1000 estatuas y los 28 guardianes (la foto es de internet)
Todo nos salió según lo planeado y pudimos coger el tren a Nara (sale uno cada hora así que no hubiese supuesto un grave problema el perderlo). Éste no era un tren bala sino un regional que podría ser como uno de cercanías en España. Sin embargo, no es la modernidad o el lujo lo que destaca de los trenes japoneses respecto a los españoles, sino la frecuencia, extensión y puntualidad de la red. No haría falta gastarse una millonada en trenes de última generación para tener una red bien digna, sino extender la red a todo el territorio y hacerla más puntual (este comentario va por los trenes de cercanías especialmente de la comunidad de Madrid, con los cuales es realmente imposible saber a qué hora van a salir).

Llegamos a Nara tras una hora de cómodo viaje por el agro japonés, salpicado de campos de arroz y casas diseminadas.

El segundo martes de cada mes una asociación de jubiladas de Nara celebra como actividad cultural una ceremonia del té en la que visten al visitante con el kimono tradicional y le explican paso a paso este ritual ancestral del pueblo nipón. Nos enteramos por unas amigas que habían estado aquí hace unos meses y subimos al piso donde tiene la sede la asociación. Allí, unas simpáticas ancianitas con un inglés muy depurado nos vistieron con kimonos de vistosos colores (para las chicas) y de samurai (a mi mismo). Sin duda la actividad es más atractiva para ellas que para ellos, pero no deja de ser gracioso, interesante y sobretodo gratuito. 
Tras quedar convenientemente vestidos y calzarte los infernales zuecos, si consigues desplazarte sin caerte hasta la habitación anexa, te explican la ceremonia del te paso por paso, y tienes la ocasión de probar uno de los brebajes más asquerosos curiosos que uno pueda saborear. Además tienes a la conductora de la ceremonia mirándote fijamente con lo que no puedes hacer como que bebes o escupir disimuladamente. Afortunadamente, para pasar el mal trago te dan un bollito relleno de una pasta verde inidentificable cuando lo que más necesitas es un bote de reflex para conseguir anestesiar tus tobillos, rodillas y resto de pantorrilla, ya que durante todo el tiempo que dura la ceremonia estás sentado a la manera japonesa, apta únicamente para ancianos/as de metro sesenta y 50 kg de peso.

Zuecos y calcetines grotescos
Acabó la ceremonia y tras despojarnos de los vestidos y dar las gracias efusivamente a nuestras anfitrionas, anduvimos la calle principal hasta la entrada del parque de Nara, donde están las principales atracciones de la ciudad.

Bastante parecido a Jurassic Park cuando se les va la luz
Paseando entre más ciervos aún que en Miyajima recorrimos la vía central del parque hasta llegar al primer y más importante templo del día, el Tōdai-ji. Este templo budista tiene el record de la mayor estructura de madera del mundo, y en su interior descansa una inmensa estatua de Buda, llamado Daibutsu (gran buda). Escoltándole, dos estatuas menores a cada lado. El conjunto impresiona, tanto desde el exterior, desde donde se aprecian las inmensas dimensiones del edificio y sus jardines, como desde el interior, donde el gran buda parece controlar todo.
 
Templo del Todai ji
Durante el siglo VIII una serie de catástrofes climáticas asolaron Japón. Para intentar alejarlas de la isla, el emperador Shomu propuso (entre comillas, porque supongo que no lo pediría por favor precisamente) construir una enorme estatua de Buda para apaciguar al clima. Según la leyenda, alrededor de 2.600.000 personas en total ayudaron en la construcción del Budha (420.000 con contribuciones y 2.180.000 trabajando para construirlo); este número iguala a la mitad de la población de Japón en esa época, y es obviamente un gran invent. El templo se acabó en el 745 y el buda en el 751, y dejó al país casi en bancarrota (esta historia me suena bastante). Las dimensiones actuales del templo son algo menores que las originales, puesto que se reconstruyó y se redujo su tamaño.
 
Gran buda o Daibutsu
El budismo entró en Japón en el siglo VI desde la península de Corea, pero pasó un poco sin pena ni gloria hasta principios del siglo VIII, cuando el emperador Shomu trasladó la capital a Nara (de hecho inaugurando el llamado periodo de Nara) y le dió un impulso definitivo, fomentando la construcción de templos y haciéndola casi la religión oficial del imperio. Es llamativo pensar el tiempo que tardó el budismo en alcanzar el archipiélago japonés, unos 12 siglos desde su nacimiento en el norte de la India y casi 6 desde su implantación en China. Nos da una muestra del aislamiento en el que vivían y lo precario de las comunicaciones en aquella época.

Tras esquivar las hordas de niños en edad escolar continuamos el paseo por el parque de Nara y nos encaminamos hacia otro templo que queda en el norte del parque, el Kasuga-taisha. Este templo sintoísta fué el templo familiar de los Fujiwara, un clan muy importante en el japón medieval. Fundado en el siglo VIII, ha sido a lo largo de la historia uno de los templos sinto más importantes del país. Sus características linternas de madera y piedra se encienden cada febrero durante la celebración principal del santuario. Sin embargo, nos pareció un poco puta mierda, en gran parte porque estaba en obras y le quitaban emoción al asunto. Además, si has leído otras entradas de este blog verás que somos bastante de la opinión que los templos sinto son un coñazo (con algunas excepciones como luego veréis).
 
Templo de Kasuga (el de las linternas)
El caso es que pagamos la correspondiente entrada y dimos una vuelta por las galerías rojas con linternas y cogimos las de Villadiego rápidamente pues allí no había mucho que ver. Afortunadamente los alrededores del santuario son muy bonitos, ya que el bosque que lo rodea es muy frondoso, como todos los del Japón. Paseando otro poco por él casi nos salimos del parque y, tras descartar la entrada a otro maravilloso templo sinto descubrimos que estábamos a tomar por culo del centro y con un hambre de narices.

En la calle principal nos metimos en el primer restaurante que encontramos y nos tomamos nuestro diario plato de ramen con cosas que nos supo de maravilla. Es de agradecer que en Japón no te inflan los precios por estar en un sitio turístico, igualito que en España, vamos. Como ya no había mucho más que ver, desandamos la calle principal, nos tomamos un helado muy rico de mango y cogimos el tren de vuelta hacia Kyoto.

De camino a Kyoto paramos dos estaciones antes para visitar otro templo del cual nos habían hablado muy bien. El Fusimi-Inari es un templo shinto muy característico, y ha sido imagen de numerosas películas, anuncios e imagenes rodadas o tomadas en Japón. Sus pasillos formados por miles de toris rojos conforman una de las imágenes más impactantes y reconocibles del pais del sol naciente. Está situado en la falda de una montaña, y los senderos cubiertos por los toris ascienden hasta casi su cumbre, conformando una ruta de casi 7 kilometros salpicada por numerosos pequeños templos. Los toris son donados por agricultores, empresarios y gente en general que desea tener éxito en los negocios.
 
Oh, ¡una zorra inmensa!
Esta dedicado a la diosa Inari la deidad japonesa de la fertilidad, el arroz, la agricultura, los zorros, la industria y el éxito. Los zorros son sus mensajeros y por ello a la entrada del templo dos grandes estatuas de este animal dan la bienvenida. El templo tiene su origen a principios del siglo VIII, cuando los primeros toris empezaron a erigirse en la base de la montaña.
 
Fusimi Inari
Comenzamos a caminar con la luz característica del atardecer mientras que haciamos multitud de fotos (el templo lo merece). Sin embargo, olvidamos otra cosa muy característica del atardecer, y más en estas zonas húmedas y llenas de vegetación: los mosquitos. Cuando concluimos que el número de picaduras era suficiente nos dimos la vuelta y volvimos al tren. Debe de ser bonito recorrer el sendero entero hasta el final de los toris, pero para ello hay que venir bastante antes y provisto de manga y pantalón largo.

Con las últimas luces del día recogimos las maletas en el hotel de Kyoto y cogimos el siguiente tren a Tokyo, a donde llegaríamos ya de noche y donde nos quedaríamos hasta el final del viaje en casa de nuestra anfitriona.

NST: 9/10 Desarrollando alergía aguda al puto shintoismo (aún me cabe alguno budista)

1 comentario:

  1. En las guías debería venir bien explicado: "Fushimi Inari, una picadura por tori"

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