domingo, 5 de agosto de 2012

Transrrauláica 2012 Día 2 De Goriz a Pineta pasando por el Monte Perdido

El viento golpeaba la tienda con furia, haciendo un ruido ensordecedor que impedía conciliar el sueño. Eran las 05:30 de la mañana de la noche que justo mejor debíamos dormir. La claridad empezaba a aparecer en el cielo y el valle del Arazas se empezaba a intuir bajo la mole pétrea en la que nos encontrábamos. Se oía el rumor de gente que levantaba el campamento y empezaba a andar, y las risas de los holandeses de la tienda de al lado que tampoco podían dormir. Sin embargo, a los 40 minutos más o menos el viento cesó y pudimos conciliar de nuevo el sueño hasta las 07:00, aprovechando un tiempo muy válido para descansar para el día que nos esperaba.

Asi da gusto madrugar

Sin levantar siquiera la tienda nos fuimos a desayunar, donde nos pusimos hasta arriba de magdalenas y croissants y preguntamos sobre la ruta al guarda del refugio. La mayor parte de la gente ya estaba arriba, e incluso subiendo, pero es que muchos debían subir al Perdido y bajar hasta el coche en Torla.

Lo normal es subir y bajar al Perdido por la cara Sur, desde el refugio de Goriz. Sin embargo nosotros, para no tener que volver atrás y avanzar de paso hacia el Este, pretendiamos bajar por la cara opuesta, la N y así bajar al valle de Pineta. Mientras que el camino por la cara Sur es sencillo y relativamente corto, la cara norte del perdido está presidida por un glaciar y un cortado de roca que lo separa de la plana de Marboré. Para mas INRI, una vez en dicha plana, aún se ha de bajar desde el balcón de Pineta al fondo del valle, por una senda cuasi vertical que desciende casi 1800 metros en poca distancia.

Nuestra idea original era subir a la cima y una vez allí, y siempre hacia el SE, bajar al cuello del perdido, rodear el Pico Añisclo por su izquierda, llegar a la Punta de las Olas y coger la Faja de las Olas que nos dejaría, ya en el GR-11 en el collado del Añisclo. Sin embargo, se nos ocurrió preguntar a uno de los guardas del refugio, que nos propuso un camino que, según él sería más corto y, textualmente, 10 veces menos complicado: esta opción suponía bajar del Perdido de nuevo hasta el Ibón Helado, subir al cuello del Cilindro y bajar, vía el glaciar del Perdido directamente hasta la Plana de Marborés.

La complicación venía en que la bajada del glaciar del Perdido a la plana era a través de un gran cortado vertical. Si se iba equipado con cuerdas no había problemas pero no era nuestro caso, con lo que deberíamos buscar una vía avanzando sobre el glaciar siempre hacia la derecha. Allí encontraríamos una sucesión de destrepes de grado IV según el guarda, que dependiendo de nuestro nivel de escalada o pericia en el monte supondrían un quebradero de cabeza o un aliciente para la etapa.

Un pelín acojonados por su explicación recogimos la tienda y los sacos y empezamos a subir por una senda que se empina sin ningún tipo de piedad desde el primer momento. Cada poco tiempo girábamos la cabeza para ver el maravilloso escenario que se nos presentaba, con el valle del Arazas haciéndose más pequeño cada vez. Poco a poco íbamos alcanzando gente, envidiando su livianez por no tener que llevar una pesada mochila a la espalda. Tras una hora y pico se llega al llamado campo de bloques, llamado así por los pedrolos que dejas a los lados y atraviesas un par de pasos equipados con cadenas que no revisten mayor dificultad. Tras un par de horas (o quizás algo más) al subir una gran roca aparece ante ti el Ibón Helado, al cual bajamos y donde descansamos un ratillo

El Ibón Helado y el Cilindro

 Decir que al ser domingo, la ruta de ascenso era bastante una procesión así que no hay perdida posible. Había grupos de chavales que se encordaban para pasar ciertos pasos, pero ni de coña es necesario aunque si comprensible por parte de los monitores que tienen que garantizar su seguridad. Cogimos un poco de aire y dejamos las mochilas en las cercanías del lago, una vez que cogimos todo lo valioso que teníamos en ellas. Iniciamos la subida de la tan temida (en invierno) escupidera. Con nieve y hielo es jodida ya que ante una caída deslizarías hacia el vacío, pero en verano lo único que es es un terrible coñazo, ya que está compuesta de piedras sueltas y cada vez que avanzas 2 metros retrocedes uno. La única receta posible es paciencia y ritmo ya que tiene una buena pendiente

Peña Oroel al fondo

 Cada uno a su paso y aliviados por la descarga del peso de la mochila (aunque un poco preocupados ya que nunca sabes qué tipo de hijoputa patea por el monte y puede robarte algo) logramos llegar al último collado donde la pendiente se suaviza, se abre el panorama hacia el valle de Pineta y ya tienes al alcance de la mano la cima. Tras 5 minutos se alcanza el techo del macizo, con unas vistas impresionantes sobre los valles de Ordesa, Pineta y macizos cercanos. Se ve claramente hasta la peña Oroel, en Jaca. Sin embargo, la incertidumbre de lo que nos íbamos a encontrar en el descenso y el largo camino que nos quedaba por recorrer no nos permitió disfrutar mucho la cima y tras hacer un par de fotos bajamos de nuevo hacia las mochilas

¡Cima!

 Pese a que parecía que la bajada iba a ser aún peor que la subida, la escupidera se hizo bastante más sencilla a la bajada. Las mochilas afortunadamente estaban íntegras así que volvimos al entorno de ibón, donde comimos algo y descansamos unos 15 minutos, mientras veíamos la aparentemente infranqueable pared que nos separaba del cuello del cilindro.

Sin embargo, ésta no era tal y se puede subir fácilmente por su extremo izquierdo, para luego seguir una faja hacia la derecha y volver a subir, esta vez hasta la cima, por otro sencillo paso. Y aquí es donde se vislumbraba la magnitud del problema.

Una bajada muy pronunciada llevaba hasta el glaciar (nevero mejor dicho) donde ya buscaríamos la tan temida destrepada. La primera parte del camino no era problema, pero de repente éste desaparecía y desembocaba en una pendiente de “piedras movedizas” donde, a cualquier movimiento todo tu alrededor se deslizaba contigo. Sin embargo, ahora las piedras eran pequeñas, de manera que te hundías hasta el tobillo en una especie de desprendimiento que te incluía sin tu poder hacer nada. Bajar era horrible, pero nos cruzamos a unos franceses que debían estar pasándolo aún peor de subida.

Por fin alcanzamos los límites del nevero, con el lago de Marboré siempre en la lejanía, y comenzamos la tediosa travesía. No llevábamos crampones, pero no era peligroso ya que aquí el terreno es más llano y lo más que puede ocurrirte es mojarte el pantalón. Caminando siempre hacía nuestra derecha, las vistas del glaciar eran imponentes. Nos acercábamos cada poco tiempo hacia el límite del hielo para ver si hubiese algún paso, pero siempre había una caída vertical importante de unos 30-40 metros que imposibilitaba la bajada. Alternando tramos de roca y nieve continuábamos avanzando hacia la derecha, hasta que no nos quedo otra opción de intentar por fin la bajada

Bajando hacia el balcón de Pineta (El glaciar a la derecha)

 El primer destrepe se mostraba ante nosotros, y no parecía tener excesiva dificultad. Aún con la mochila a la espalda, los apoyos eran claros y pudimos llegar abajo sin ningún problema, salvando los 6-7 metros que medía. Un rellano cortito y estábamos a la entrada del segundo, con una gran grieta vertical a la izquierda. Aquí si que tiramos las mochilas los 8 metros de altura que medía la grieta y comenzamos a descender usando la pared de la izquierda como apoyo vertical, lo cual facilitaba mucho las cosas. Una vez abajo recogimos las mochilas y comprobamos que no nos habíamos cargado nada. Otro rellanito, y por fin el teóricamente último destrepe que iba acompañado por un flujo de agua que lo hacía mas resbaladizo. Quizás fuese este menos vertical que los anteriores, pero la roca estaba en muy mal estado y se deshacía con facilidad al mínimo agarre. La última parte era la más peligrosa, pero la caída ya no era tan grande con lo que llegamos al final sin mayores consecuencias.

Más o menos por ahí bajamos

 Abajo, echamos un vistazo para comprobar que, efectivamente, ese había sido el último destrepe y que solo un breve y sencillo descenso nos separaba del llano de Marboré. Descenso que recorrimos sin más problemas viendo al fondo a un grupo de corzos que descansaban tranquilamente y nos miraban preguntándose quién coño venía a molestarles. No eran los únicos que nos vigilaban en ese momento, pero nosotros no lo sabíamos…

Una vez abajo, y con la adrenalina ya en niveles normales nos sentamos en lo alto de una gran roca para descansar de una vez y tomar el último bocadillo que nos quedaba. Qué tranquilos y satisfechos estábamos pese a saber que aún nos quedaban unas cuantas horas para llegar a nuestro destino. Al sol, nos quitamos las botas y comimos y descansamos con la tranquilidad de la dificultad ya pasada.

Aparentemente el balcón de Pineta estaba al alcance de la mano, pero aún tuvimos que remontar una loma rocosa y atravesar un par de torrentes de montaña que venían del Lago de Marboré y que posteriormente caerían verticalmente formando las cascadas del circo de Pineta. Bastante hartos ya llegamos por fin al Balcón, sin duda uno de los mejores miradores naturales que existen ya no en el Pirineo, sino en todo el país. El valle, verde y largo, se extiende ante la vista sin aparente fin

Un tio espectacularmente guapo (bueno, y el valle de Pineta detrás)
Comenzamos el interminable descenso haciendo zetas para salvar la gran verticalidad, e imprimiendo un fuerte ritmo ya desde el comienzo para conseguir bajar el tiempo de las 3 horas y media que nos habían dicho que se tardaba en bajar. Nos cruzábamos a gente que subía a dormir a las cercanías del lago, y adelantábamos a excursionistas que iban por delante de nosotros visiblemente hastiados de la bajada, que es larga y monótona pese a las magníficas vistas. Las cascadas y arroyos te rodean por todo el valle y las Tres Soroes son testigo mudo de todo lo que ocurre abajo en el valle.

Después de un par de horas de charleta llegamos a una fuente con abrevadero que prometía aliviarnos y donde descansaríamos un rato por primera vez desde arriba. Allí había un grupo de excursionistas que nos cuestionaron si éramos nosotros los que habíamos bajado desde el Perdido esa misma tarde a eso de las 15:00. Resulta que, desde el lago de Marboré nos habían estado siguiendo por medio de unos prismáticos, primero por el glaciar y luego bajando por la brecha. Les habíamos entretenido con nuestra ruta en la sobremesa y nos echamos unas risas con ellos, que eran muy majos. Uno de ellos nos contó que había participado en la primera maratón de Madrid, allá por el año 1975. ¡Qué tío! Aprovechamos su compañía y charla para continuar la ruta con ellos, que viene muy bien de vez en cuando hablar con más gente y el camino se hace más entretenido.

Este tramo continuaba entre bosque hasta la pradera de Pineta, donde nosotros erróneamente creíamos que estaba el camping. Sin embargo, después de preguntar en un campamente de un colegio, nos dijeron que éste quedaba más abajo, en dirección Bielsa, a unos 6 o 7 kilómetros. Abatidos y derrotados como estábamos, esta distancia nos parecía un mundo, y más por una tediosa carretera asfaltada.

Afortunadamente, nuestros nuevos amigos aún estaban por allí y se ofrecieron (tras una merecida cerveza) a acercarnos al camping en sus coches. Gracias de nuevo a ellos, porque nos ahorraron un final de etapa aburrida.

El camping de Pineta está muy bien equipado, y con supermercado, restaurante y unas buenas duchas nos sirvió perfectamente como área de descanso. Cenamos unos platos combinados sin mirar grasas ni colesteroles y nos fuimos a la tienda prontito después de ver un peliculón en la tele del restaurante. Habíamos tenido un gran día, quizás la mejor de las etapas del viaje, pero estábamos realmente cansados después de casi 12 horas de marcha.

Resumen y datos básicos:

Tiempo empleado: 11 horas más o menos con descansos

Desnivel: + 1221 / -2071

Dificultad: Media/Alta. Pasos con cadenas en la subida al Perdido. La escupidera más que peligrosa es un coñazo. La bajada del cuello del Cilindro es complicadilla y para bajar del glaciar hay 3 destrepes difíciles de encontrar y, según tu nivel de maña en la montaña, pueden resultar complicados, y lo peor es que no hay otra alternativa.


Alojamiento: Camping de Pineta. Muy bien. Restaurante, supermercado, duchas limpias. Pero ojo, alejado del final de la etapa.

2 comentarios:

  1. Buenos días,

    quería felicitarte por ocupar tu tiempo en estas actividades del "Proyecto hombre" para re insertarte y mantenerte alejado de las drogas, a las que seguro has estado adicto, no hay más que ver tus fotos, ¡Bravo!

    Tengo una pregunta, espero me saques de dudas:

    Tu compañero, ese atractivo hombre-roca al que se le ve en las fotos... se dice en otros foros que todos esos picos los coronas gracias a que él te sube a caballito, es eso cierto?

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  2. Gracias simpático anónimo por tu comentario.

    Mi compañero, el "atractivo" hombre roca, está haciendo actualmente el camino de Santiago corriendo y a una media de 2 etapas al día ya que una le parecía poco para su inhumano estado físico.

    En lo que respecta a las cimas, ahí estás equivocado, son todas mías.

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