miércoles, 17 de abril de 2024

Deambulando por Hoyo / La Berzosa (14.04.2024)

Subo con Eva desde los depósitos de gas por la senda del pollo frito. Este risco era probablemente el sitio más alejado al que me llevaban mis padres cuando era pequeño. Tantos días y semanas pasados aquí y nunca me llevaron a descubrir mucho el entorno, curioso. Eso si, si recuerdo oir hablar de este risco y de hacer excursiones cortas hasta allí. En algunos sitios aparece como Cerro del Mesto, pero en este caso mis conocimientos vienen más de la experiencia familiar que de la oficialidad asi que se queda con el pollo frito. (Más que del pollo frito debería ser del pollo asado, pero bueno, los nombres quedan ahí y no seré yo quien cambie este).


Nada más entrar al campo cruzamos algún regato que llevaba agua y no suele hacerlo mientras disfrutamos con el planeo de un milano que oteaba el campo en busca de alguna presa. Marcas de jabalíes por todos lados, cantueso, jaramago, romero y jaras. Las encinas en flor y los enebros cargados de frutos.

Al llegar al collado bajamos en paralelo al barranco del Cura, aún en la cuenca del Guadarrama y por un camino bastante degradado por la culpa compartida de las bicis y de las lluvias. Llegamos a la zona de chopos del arroyo de la berzosa, un sitio muy agradable donde hay una especie de tipi hecho con troncos y varias charcas o represas en el arroyo. Hice una parada (eva ya pasa de mi en estas ocasiones y hace bien) ya que oí un canto no identificado y pude disfrutar de una curruca cabecinegra durante un buen rato. Ojos rojos, cabeza negra, bonito bicho. Son complicadas de ver las puñeteras currucas, no paran quietas. Seguimos camino tras encontrarnos con unos amables guiris marcando una carrera pese a su poca pinta de corredores y cogemos el camino de las charcas de las ranas.


No se como se llaman estas charcas pero este nombre me parece bastante adecuado, y más viendo el concierto que se llevaban el otro día. Con los prismáticos pudimos ver unas cuantas ranas o sapos en el agua mientras que un grupo de chavales nos amenizaba con reggaeton. Mejor esto que los dueños de los perros que los dejan bañarse en las charcas.

Subimos el camino por un entorno muy verde y bucólico hasta llegar a la zona de las praderas de Veris, con varios lugares pintorescos donde sentarse a la sombra y comerse un bocadillo de tortilla, cosa que esta vez no hicimos. Comprobamos el abrevadero y bajamos hasta el aparcamiento del Berzalejo donde cogimos la senda que sube a los Altillos.


No sé a qué lumbreras se le ha ocurrido instalar una valla metálica para proteger su muy especial terreno de 50 metros de lado, pero hay gente para todo. El camino sube en paralelo a un arroyo e incluso por mitad del mismo pero continuamos sin mayores problemas más allá de algún amago de taquicardia por parte de mi ya considerablemente embarazada esposa. Paramos en una roca a tomar aire un poco más adelante del cruce del barranco de las joyas y continuamos hasta que vimos una casa de campo a la derecha del camino. Allí evaluamos la situación y en vez de tirar al pueblo por los decorados y la Tejera giramos a la izquierda para, atravesando Los Altillos y Las Machorras volver a casa. Mucha jara, mucho enebro, alguna curruca, tiempo perfecto. Bastante agua, pero no se cuanto durará con estos calores.

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