viernes, 27 de septiembre de 2013

Transrrauláica 2013 Día 3 Del Refugio de Colomers a La Guingueta d'Aneu

Tras una noche movidita causada en parte por las lentejas de la cena y en parte por la superpoblación de la habitación, nos despertamos y bajamos a desayunar en el comedor. Como nota aparte decir que realmente lo mas caro de los refugios es el desayuno, por el que te cobran unos 13 euros y te dan un tazon de café o colacao con galletas y pan tostado… Bueno, muchos de estos establecimientos son ya hostales de montaña más que refugios, pero en muchos casos si quieres una cama (y sobretodo una ducha) te tienes que acoplar a ellos si o si.

Más laguitos para empezar

Con la mochila de nuevo a la espalda y los pies quejándose ya (lo que sería ya una constante hasta el final), reemprendimos la marcha siempre en dirección E. El camino pasa por el antiguo refugio y cruza la presa del lago, y una vez allí empiezan los problemas con la señalización. Nosotros tiramos hacia la derecha, bordeando el lago, y en mi afán por descubrir la senda casi me pego un chapuzón involuntario. Al final lo que hay que hacer es ir a la izquierda, por una senda que desciende levemente para luego retomar la subida. Un suave repecho nos deja en una zona preciosa, salpicada de lagos y arboles, de la cual te da pena salir. Asi, el camino rodea el Lac Long, el Lac Redon y por fin el grande y más bonito Lac Obago, a cuya orilla hay un refugio modesto. Ibamos contentos disfrutando del paisaje y preparándonos para subir el Port de Ratera, cuando al llegar al final de este ultimo lago, comenzamos a subir por una senda.

Y aquí empezó el error y el posterior infierno. Ahí descubrimos que, aunque cueste mental y físicamente, si no se ven señales durante un tiempo es mejor volver atrás hasta encontrar la última señal y retomarlas. Porque empezamos a subir convencidos de que era simplemente otro modo de subir al puerto, pero cuando llegamos arriba sólo nos encontramos un gran circo con paredes infranqueables y otros lagos iguales de bonitos pero que no lográbamos identificar. Nos fuimos a buscar el camino cada uno por su cuenta, encontramos unas marcas rojas sobre rocas, las seguimos, creímos ver por donde seguía el camino e incluso estuvimos a punto de subir a un collado, pero al final un ataque de consciencia nos impulso a bajar al lago, del que nos distanciaban apenas 20 minutos y volver a la ultima marca rojiblanca. Ya de bajada nos cruzamos a una pareja de franceses, y con nuestro precario francés y su precario español, entendimos que aquello era el camino incorrecto y que estábamos yendo hacia el Circ de Colomers. Que es bonito de cojones, pero que no era nuestro objetivo del día.

Previously on LOST

Una vez abajo, retomamos las marcas del GR (más claras de lo que pensábamos) y tomamos la senda correcta hacía el port de Ratera, rodeando un poco más el Lac Obaga y subiendo hacia el E. Ya se veía más gente y tragándonos nuestro cabreo por los 90 minutos perdidos y el cansancio acumulado en balde seguimos la senda hasta que llegamos al final del duro puerto, donde abandonábamos el Vall d’Aran y entrábamos en el Pallars Sobira y en la zona del Parque Nacional de Aigues Tortes. Arriba hacia fresco, había neveros y más lagos, pero hicimos una parada a reponer energías y estuvimos charlando con unos chavales de Lleida muy majetes que hacían la Carros de Foc en plan vivac. Hay que entender que lo que les da dinero a los refugios es la travesía de Carros de Foc (que une todos los refugios del parque) y no el GR-11, con lo que en muchas ocasiones está mejor indicada la primera que nuestra ruta.

Por fin, en lo alto del port de Ratera

Ya con fuerzas y animos renovados al acabar la última subida del día, nos lanzamos senda abajo por neveros y pedreras y tras un laaaargo descenso pasas por un par de estanys y de repente, como margaritas en primavera, los domingueros florecieron.

¡¡Si!! Acostumbrados al espécimen “dominguerus guadarramensis”, nos sorprendió el gran parecido que atesoran con el espécimen local, el “dominguerus catalanis”. Tienen en común las chanclas, las camisetas sin mangas y una cierta tendencia a comunicarse a voces. Su hábitat se limita a 10 minutos andando del coche, por lo que es difícil encontrarlos en sitios recónditos o de gran belleza natural. Ya en el Estany de Sant Maurici la invasión era total, ya que los suben con todoterrenos desde el pueblo de Espot. Hicimos una pausa para comer lo poco que llevábamos, que se limitaba a una sobrasada y un quesito del desayuno y marchamos por una senda que baja a Espot, por la que evitas bajar por la carretera que usan los 4x4. No entiendo demasiado bien este acceso en todoterrenos; me parece optimo que limiten la subida de vehículos particulares, pero no entiendo el porque de no facilitar la subida con autobuses públicos. En fin, ellos sabrán.

Cascada con afluencia extrema de Dominguers

El caso es que a un ritmo cuasi de trail, avanzamos kilómetro a kilómetro entre bosques y praderas, soportando el calorazo y viendo como a nuestras espaldas se iba formando la tormenta perfecta. Lo que durante el día había sido sol y buen tiempo se había mezclado con la humedad para conformar unas nubes negras que empezaron a avisar en forma de trueno cuando entrabamos en el pueblo de Espot. El pueblo es bonito, muy cuidado y con bastantes establecimientos turísticos. Allí pude comprar una tanda más de compeed y una toalla que me había dejado en Colomers. Nos tomamos un refrigerio mientras decidíamos si bajábamos andando hasta La Guingueta o si cogíamos el bus del parque (gran invento que rodea el Parque Nacional completamente varias veces al día, enlazando los valles de Aneu, Aran, Barrabes, Boi y algún otro). Tomamos la segunda decisión, en parte por el dolor de pies que llevaba y en parte por el cielo amenazante.
Estany Sant Maurici

Estuvimos hablando con el conductor del bus, un cordobés afincado en Vielha y que nos contó lo duro que es el invierno aquí y lo diferente que es de su tierra. Nada más ponerse en marcha el autobús nuestra decisión se tornó correctísima, ya que empezó a descargar una tormenta increíble, que hizo la bajada a la Guingueta bastante peligrosa ya que apenas se veía del agua que caía. Nos dejaron en la parada del autobús bajo una cortina de agua y entramos a un hostal justo después de que nos quitaran la ultima habitación que quedaba. No nos quedó otra que coger un taxi hasta Esterri, el siguiente pueblo del valle y mucho mas animado, donde nos alojamos en el hostal d’Aneu y tras una ducha pudimos disfrutar del bonito pueblo y de una gran cena, todo ello rodeados por todas partes por banderolas esteladas. Qué hermoso el fervor patriótico que se ha apoderado de los catalanes.

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