domingo, 12 de octubre de 2014

Uzbekistan: Intro 3 Breve historia de Asia Central o "Que pase el siguiente que en el fondo hay sitio"

Un siglo después, en el XIV, otro guerrero mongoloide asolaría el mundo, pero ahora procedente de la hoy uzbeca Samarkanda. Hablamos de Timur, o Tamerlán como le conocemos nosotros, que con su horda de guerreros nómadas conquistaría el mundo árabe, la Rusia eslava, el valle del Indo y las tierras adyacentes, a la vez que hacía de Samarkanda la capital del mundo, atrayendo hacia ella a los mejores artistas, científicos, astrónomos y artesanos de los mundos iranios, indio, árabe y eslavo.

Durante su reinado y el de sus seguidores Samarkanda adquiriría parte de las connotaciones míticas que hoy nos trae como centro de un mundo exótico y distante y cuna guerreros y artistas por igual. Un enviado castellano, Ruy Gonzalez de Clavijo nos lo contaría de primera mano en su magnífico libro: Embajada a Tamerlán.

Parte de la extensión que llego a alcanzar el imperio Timurida. Muy artista y cientifico pero daba hostiejas como panes

Los herederos de Tamerlán mantuvieron a Samarkanda y las ciudades cercanas en una posición de prestigio y temor, favoreciendo las artes y las ciencias mientras que desarrollaban un islam peculiar, poco ortodoxo y abierto a las influencias paganas de los pueblos primitivos y en el que florecieron los santones y los cultos sufíes, a cuyos santuarios hoy siguen dirigiéndose campesinos y peregrinos, creyentes aún en los ancestrales cultos mitad islámicos y mitad paganos.

Sin embargo, a lo largo de los siglos XV y XVI las definitivas migraciones uzbecas (turquicos también) desplazarían a los timúridas hacia el sur y el sureste, más allá de las fronteras de Asia Central. Los invasores adoptaron el islam, algunos abandonaron el nomadismo y se organizaron en kanatos independientes, de los cuales los principales fueron el de Khiva, el de Bukhara y el de Khojand. De esta época son los principales monumentos que hoy se pueden apreciar en el país.


La plaza del Registán, de época ya uzbeca

El periodo de esplendor se mantuvo hasta el siglo XVIII, donde el aislamiento provocado por el declive de la ruta de la seda poco a poco pasó factura marginando a estas tierras, dejándolas de lado de cualquier corriente comercial, artística e ideológica, sumiéndolas en una realimentación que supuso el empobrecimiento de sus gentes y el aumento de la tiranía de sus líderes.

Asi, cuando el potente imperio ruso desde el norte y el británico desde el sureste mantuvieron durante el siglo XIX una tensa pero incruenta lucha en estas tierras, encontraron unas kanatos que si aguantaron algún tiempo los embates del gran oso ruso fue por la dureza de los desiertos y el clima que los rodeaban. Uno tras otro fueron cayendo desde el norte y el Caspio hasta la frontera con Afganistan, sin que sus primitivos guerreros nomadas y sus sobreconfiados kanes pudieran hacer nada contra la efectiva maquinaria de guerra rusa.

Mapa del Asia Central Soviética

El proceso de colonización, a imitación de los equivalentes de las otras potencias europeas comenzó imparable, y no se vio sino intensificado tras la revolución bolchevique. Los estados centroasiáticos fueron utilizados como granero de materias primas y particularmente en Uzbekistan se destruyó toda la economía y la agricultura local, que hasta entonces había sido famosa por sus melones, albaricoques, sandías… y se plantaron millones de hectáreas de algodón, aumentando el rendimiento de los suelos durante la época soviética y convirtiéndolo en el mayor productor mundial, unicamente para alimentar las fábricas textiles de la metropoli.

Los bolcheviques movieron las fronteras y cambiaron las banderas, pero la relación imperio - colonia continuó.

Sin embargo, el algodón, que se enviaba a Moscú a un precio irrisorio, sería la condena del país. El algodón no se come y por el contrario empobrece los suelos y exige una gran cantidad de agua de riego. Los ríos principales del país fueron represados y canalizados, y tan solo se dejó un mínimo caudal hasta su desembocadura. El mar de Aral, que se nutría del Sir Daria y el Amu Daria, comenzó a secarse, desplazándose sus orillas centenares de kilómetros. Toda la zona oeste del país se desertificó aún más, el suelo se salinizó y donde antes había prósperas ciudades que vivían de la pesca y el turismo, ahora solo hay pobreza, desierto y desolación. 

Evolución de la superficie ocupada por el Mar de Aral

Tras la caída de la URSS y las consecuentes independencias, las nuevas identidades nacionales, antes inexistentes o relegadas a un segundo plano tras la elites migradas rusas fueron fomentadas y las luchas étnicas estallaron en el valle de Fergana, donde la mezcla existente y las cuasi aleatorias fronteras diseñadas por Stalin, unidas a un islam más riguroso crearon el caldo de cultivo perfecto para disturbios y masacres varias.

Sin embargo hoy, aunque ninguno se va a llevar el premio Martin Luther King a la democracia del año, parece que todos los paises de la zona han alcanzado una estabilidad relativa (basta que diga esto para que estalle un golpe de estado o algo así) mediante la exportación de materias primas y los negocios con Rusia y China, que parece querer extender sus tentáculos comerciales también a este lado del Turquestán. Aparentemente también el radicalismo islámico se mantiene al otro lado de las fronteras sur de los tanes, donde la frontera turquica – irania se dibuja también en el modo de afrontar las cuestiones religiosas: moderación al norte (qué duda cabe que amortiguadas tras casi 80 años de laicismo obligado) frente a radicalismo afgano y de los ayatollahs al sur.

Veremos pues qué nos depara la visita al país más poblado y culturalmente rico de los cinco, Uzbekistan, y si podemos representar dignamente en el siglo XXI una renovada Embajada a Tamerlan.

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